Cuando se habla de Inteligencia Artificial (IA), se realizan afirmaciones acerca de su potencial que cuesta mucho admitir sin hacer un acto de fe.

Los ordenadores han ido creciendo tanto en capacidad de proceso como en capacidad de tratamiento y almacenamiento de datos, lo que ha dado lugar a un número creciente de aplicaciones de naturaleza algorítmica que permiten hacer cosas que antes estaban fuera de nuestro alcance.

Sobre esta base, algunos postulan un futuro donde las máquinas no sólo son capaces de sustituir a las personas, sino que constituyen el próximo estadio de la evolución.

En el actual estado de nuestros conocimientos…

¿Qué hay de cierto y qué de fantasía en esta visión?

Para mejorar un poco nuestro criterio es conveniente recordar que, con el estado de nuestros conocimientos actuales, todos los procesos que hoy conocemos como “Inteligencia Artificial” están basados  en un algoritmo, que puede ser todo lo complejo que se quiera, actuando sobre conjuntos de datos, que cada vez son mas grandes (“Big Data”).

Los algoritmos son conjuntos de instrucciones lógicas implementadas en una Máquina Universal de Turing (UTM), que es lo que vulgarmente conocemos como computadora. Todos los modelos de computación actuales están basados en la UTM.

El debate sobre las posibilidades de la Inteligencia Artificial es un debate acerca de la naturaleza de la inteligencia de las computadoras, que conocemos perfectamente, por contraposición de la inteligencia de los seres humanos, que conocemos solo parcialmente, y cuya reducción a una UTM está muy lejos de haberse  coronado con éxito.

En este debate lo que se dilucida es si la capacidad de la  inteligencia humana puede ser alcanzada, y/o superada, por sofisticados algoritmos accediendo a crecientes cantidades de datos.

El descubrimiento de Turing demostrando que no se puede resolver el “Problema de la Parada” nos señala un límite fundamental de las Máquinas Universales de Turing. El propio Turing postuló la idea del “Oráculo”, como algo externo a una máquina de Turing dada que fuera capaz de tomar una decisión sobre el problema de la parada.

El problema de la parada lo hemos experimentado todos nosotros en muchas ocasiones cuando se nos “cuelga” nuestro ordenador. Y cuando decidimos re-arrancar el ordenador , estamos en realidad haciendo de “oráculo” y determinando que el proceso informático ha entrado en un bucle sin fin.

Más recientemente, el número OMEGA, o Constante de Chaitin en honor a quién lo definió, es un avance fundamental en la comprensión de los límites de las computadoras.

El número OMEGA se define como la probabilidad de que un programa elegido aleatoriamente, sea capaz de detener correctamente una computadora determinada. Obsérvese que se habla de probabilidad, ya que la certeza no es posible, como consecuencia de la demostración de Turing sobre la imposibilidad de resolver el problema de la parada.

Este número es irracional (como, por ejemplo, el número e) pero tiene algunas características especiales.

Una característica fundamental es la denominada “incompresibilidad”, que significa que nunca se podrá encontrar mediante razonamientos lógicos un programa  para calcular decimales del numero OMEGA, cuya longitud sea más corta que el número de decimales  de OMEGA que calculase. Esto significa que el número OMEGA, es una sucesión de números aleatorios puros.

Para entenderlo mejor, veamos como compara el número OMEGA con el número π, que también es irracional y por tanto tiene infinitos decimales que no se repiten periódicamente.

Pues bien, el número π, muy usado en aplicaciones de cálculo de números aleatorios, sin embargo no es aleatorio puro, ya que es posible encontrar un programa de cálculo con pocos bits que produzca tantos decimales de  π como queramos. Esto es así porque el número π se puede “comprender”.

OMEGA es un número cuya definición es sencilla y, sin embargo, es imposible de calcular, mostrando que las matemáticas no son reductibles a las leyes de la lógica.

O sea, el número OMEGA es un número incompresible (no se puede comprimir) e incomprensible (no se puede comprender); esto se puede interpretar de dos maneras en palabras del propio Chaitin:

  • Según la visión pesimista, es “un indicador de los límites del conocimiento humano”.
  • Según la visión optimista, que es la interpretación que prefiere Gregory Chaitin, “ OMEGA revela que no se pueden realizar matemáticas de manera mecánica, y que la intuición y la creatividad son esenciales”.

En conclusión, parece que los avances realizados por los matemáticos tratando de entender la complejidad, señalan un límite cada vez más claro entre la inteligencia computacional y la inteligencia humana, que está marcada por una particularidad exclusiva de esta última, que es la INTUICIÓN y la CAPACIDAD DE CREACIÓN.

En este sentido, es posible que las propias matemáticas sean un ESPACIO ILIMITADO DE CREACION, lo que supera la visión Platónica tradicional de las matemáticas como ESPACIO DE IDEAS INMUTABLES, que están ahí para ser descubiertas.